Paragastrias

¿Sabes lo que son las paragastrias? ¿No te suenan? Normal, porque no existen. Pero seguro que las parafilias sí. Y seguramente te suena a algo terrible.

Pues tampoco existen. Son una invención de la moral puritana, un producto de la sexualidad orientada a la reproducción.

En 1987 APA (American Psychiatric Association) eliminó el término «perversión» del DSM y de la terminología psiquiátrica mundial.  A partir de entonces las perversiones denominan «parafilias» Y se quedaron tan anchos.

La palabra perversión viene del  pervertere (volcar, invertir o dar vuelta). Era la forma que tenía la moral conservadora de denominar toda aquella práctica sexual no orientada a la reproducción. Lo correcto era relacionarse eróticamente para tener hijos. Cualquier otro comportamiento le daba la vuelta, pervertía el sagrado objetivo del sexo.

Esa decisión fue un simple cambio de nombre. Porque parafilia significa literalmente “Al margen del amor”. Por lo tanto está el amor normal y luego están las parafilias. Lo anormal. Y nadie quiere practicar algo anormal, al menos de cara a la galería.  

¿Y qué es lo normal? Pues depende de la época. Como ya expliqué antes en el siglo XIX era follar sólo para hacer hijos y con la posición del misionero. Ahora es tener encuentros eróticos con intención de formar vínculos para, más adelante, tener hijos.

En otras palabras el erotismo lúdico es parafílico. Y cuanto más lúdico, más alejado del vínculo para la reproducción peor. Así la felación está aceptada porque puede terminar en coito, pero el fetichismo de pies no tiene tantas posibilidades y además no es tan popular. Por lo tanto lo denominamos parafilia y nos  quedamos igual. Y si una persona tiene una preferencia desmedida por esa parafilia o la practica casi en exclusiva, entonces tiene un trastorno parafílico.

En un erotismo basado en el juego no existirían prácticas de “primera” ni de segunda. No hay un deporte mejor que otro. En todo caso más popular.

Si tratáramos la gastronomía de la misma forma que tratamos el sexo habría un plato normal y paraplatos. Las personas aficionadas a esos platos serían llamadas paragastricos. Y si fueran sus favoritos o los degustaran de forma muy frecuente diríamos que tienen un trastorno paragástrico.

Imagina una cultura cuyo plato “normal” fuera la paella. Todo el mundo supondría que cuando dijeras “voy a comer” eso significaría “voy a comer una paella”. Y toda la gente aficionada a comer filetes serían llamados filetefílicos, por no hablar de los mariscofílicos o los menestrafilicos.   

Pero eso no ocurre ¿Por qué? Porque comemos para disfrutar. Claro, también para saciarnos. Pero no necesitamos cocinar cosas supersofiscticadas para ese menester, con un trozo de carne y una rebanada de pan quedaríamos igual de satisfechos.

Entonces ¿No follamos para disfrutar? Sí, o al menos lo intentamos. Pero hay muchas interferencias. De todo tipo: Religiosas, políticas, de control social y médicas.

Imagina eso con la comida. En lugar de disfrutar del sabor de cada uno de los platos tendrías que lidiar con tabús, exigencias o mala conciencia. En algunas culturas como la india o la musulmana  pasa con algunos alimentos.

Sin embargo ni siquiera en las culturas donde existen tabús se ha establecido algo similar a la parafilia. Quien come jamón siendo musulmán peca, pero no es considerado enfermo.

No existen, gracias a Dios, las paragastrias. Porque a nadie se le ocurre tratar médicamente la preferencia por comer jamón de jabugo o fabada asturiana. En todo caso se pueden burlar de la poca variedad de la dieta pero no lo tratarán como una enfermedad. Si no se convierte en obsesión. Pero entonces se la trata como tal, no se denomina de forma especial.

Necesitamos quitarle al Erotismo las múltiples cargas que lleva. Una de ellas es el estigma de la enfermedad mental. No existen parafilias porque no existe una filia normal o correcta. En todo caso preferencias o peculiaridades.

No te dejes condicionar si te gusta algo, por muy raro que sea, practícalo sin remordimientos. Siempre que sea sano, seguro y consensuado.

Si no te vas a privar de un buen vino o un buen estofado símplemente porque no es costumbre consumirlo en el pueblo donde vives ¿Por qué tienes que renunciar a una sesión de BDSM o a chuparle los pies a tu amante?

En este sentido te recomiendo un artículo de Arola Poch sobre el concepto de fetichismo y toda la tontería que aún rodea a una práctica tan válida como la felación o el cunnilingus pero símplemente menos popular.

 

Fetichismo. Orgullo y prejuicio.

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