Seguramente has oído más de una vez esta frase: «Ahora debes salir y conocer gente». La dicen tus amigos, tus familiares, hasta tus padres ¡Pues no te la creas! Bueno, créetela pero sólo en parte.
Porque salir a conocer gente (real o virtualmente) es condición necesaria pero no suficiente.
Saliendo sólo a conocer gente se encuentran conocidos y se hacen, con el tiempo, amigo, pero no parejas. Existe en ambiente social la idea según la cual uno primero se hace amigo de la persona y luego surge el amor. Seguramente esto ha ocurrido así alguna vez, no lo niego, pero es raro, muy raro.
Y como es poco frecuente aparece en muchas novelas y películas. Porque las novelas y películas cuentan cosas extraordinarias. Si no lo hicieran nadie las miraría. Pero de mirar una película a considerarla un reflejo fiel de la sociedad va un trecho muy largo.
Si no es una buena idea aprender a conducir como lo hacen en las películas, tampoco lo es aprender a encontrar pareja. Y menos aún si la película es romántica.
Para tener pareja es necesario es necesario ligar. Nuestra cultura considera el flirteo o ligue o seducción como la fase previa al encuentro erótico. Otras culturas pactan bodas entre familias y esta fase se salta directamente. Aquí, en Occidente, tenemos un poquito más de libertad. Quizá puedas considerar el contrato previo a yacer con un@ prostitut@ como una tercera fórmula. Bueno, yo a eso no le llamo encuentro erótico porque no existe un elemento imprescindible: La atracción erótica.
Centrémonos pues en el ligue o flirteo. Un encuentro entre dos personas deviene ligue cuando existe una intención manifiesta de convertirlo en «encuentro erótico». Digo intención porque puede o no terminar siendo esto, pero sin esa intención no existe ligue.
El flirteo lo inicia una de las dos personas, si la otra le sigue entonces empieza la escalada. Poco a poco – o de forma muy rápida según las personas implicadas- van pasando de una conversación banal a una intencional y de ahí a donde ellas decidan.
Pero es imprescindible marcar la diferencia, desde el principio, entre una conversación puramente socializadora y otra cuyo objetivo es terminar ahora o en un futuro en la cama.
Según el discurso habitual una relación surge más durante este proceso:
1. Contacto: Os presentáis, habláis de banalidades. Os dais información poco relevante. Se da una validación mutua. Tú expones con argumentos verbales y no verbales tus virtudes y la otra persona hace lo mismo.
2. Intimidad limitada: Os paráis de los demás para hablar. Lo hacéis más de cerca y con mayor contacto físico.
3. Puente temporal: Os despedís dándoos el teléfono, el mail, el facbook o quedando allí o en otro sito para volver a veros. Durante esta fase puede que os mandéis mensajes, os habléis por teléfono u os enviéis emails.
4. Segunda cita: En esta intimáis más todavía. Os contáis la vida, habláis de vuestras inquietudes, de vuestros planes de futuro, de aficiones y de compartirlas.
5. Tercera cita: Idem pero más profunda.
6. Cuarta cita: Idem
7. Idem, idem, idem, idem
Así hasta que se de ese instante mágico por el cual dos buenos amigos terminan en la cama y entonces, gracias a ese extraordinario suceso, deciden compartir su vida por los siglos de los siglos. Amen.
Te puedes creer este cuento chino pero así sólo vas a conseguir amistades, algo muy loable pero fuera tu objetivo. Si quieres tener pareja – para unas horas, para unos días o para siempre – deberás alterar la secuencia.
Bueno, más que alterar la secuencia deberás introducir un elemento: La sexualización. Sí, suena extraño, incluso violento, pero es necesaria. Sexualizar es añadir varias dosis de erotismo a la interacción que has iniciado.
Esta dosis, sin embargo, se parece a una droga. Es necesario añadir la dosis necesaria sin pasarse porque podrías matar al paciente. A diferencia de las drogas, las sexualización no causa daños en las personas y la dosis puede ser infinita. Eso sí, es importante dejar que «el paciente» vaya habituando.
La dosificación de erotismo durante el proceso depende de la persona que quieras seducir. No existe receta, ni método, ni protocolo capaz de asegurarte el éxito. Sólo una buena observación y la práctica te dará las habilidades necesarias para saberlo. Por eso a ligar se aprende ligando.
Si durante el proceso de ir añadiendo erotismo al encuentro te pasas puedes sufrir un rechazo. Si, por el contrario, te quedas corto la interacción devendrá en amistad. Es mucho peor lo segundo que lo primero porque en nuestra sociedad y aunque las películas te digan lo contrario, es muy difícil, pero que muy difícil irse a la cama con un@ amig@.
Si sufres un rechazo debes considerarlo provisional ¡Ojo! Eso no significa volver una y otra vez como un@ acosador@ de tres al cuarto. No, el concepto de rechazo provisional es algo diferente. Hacer un rechazo provisional significa aceptar la derrota, volver a los cuarteles de invierno y esperar a mejores tiempos. Si la persona te continúa interesando cuando las condiciones cambien, entonces vuelves a atacar.
Sexualizar tampoco significa ser explícito. Si lo haces corres el peligro de asustar a la otra persona. No puedes contactar diciendo alguna frase del tipo: «Hola, me encantaría chupar tus tetas» o «Me he fijado en tu paquete y me han entrado unas ganas locas de irme contigo al lavabo». Estas frases tienen una alta probabilidad de ser consideradas obscenas y tú de quedar descalificad@.
Sin embargo otras como «Me encanta la manera de conjuntar esa minifalda con el top» o «Me encantan los perfumes de hombre con tonos de madera y cuero, ayudan a resaltar tu masculinidad». Con esto marcas la interacción dejando claro cual es el objetivo. Evitas así que se convierta en una «bonita amistad».
Por supuesto, las frases pueden subir de tono conforme avanzas. Pero al principio deben ser indirectas y políticamente correctas.
Siguiendo lo arriba expuesto la secuencia correcta sería más o menos esta:
1. Contacto: Os presentáis, habláis de banalidades. Os dais información poco relevante. Se da una validación mutua. Tú expones con argumentos verbales y no verbales tus virtudes y la otra persona hace lo mismo. Haces un comentario indirecto sobre tus intenciones eróticas.
2. Intimidad limitada: Os paráis de los demás para hablar. Lo hacéis más de cerca y con mayor contacto físico. Con un roce, un toque y si puedes un beso, dejas claro que tu intención es terminar en la cama.
3. Puente temporal: Os despedís dándoos el teléfono, el mail, el facbook o quedando allí o en otro sito para volver a veros. Durante esta fase puede que os mandéis mensajes, os habléis por teléfono u os enviéis emails. En las conversaciones y los mensajes introduces la idea de que tarde o temprano vais a acabar en la cama. No de forma directa, o sí, dependiendo siempre de lo dicho o hecho en las etapas anteriores.
4. Segunda cita: En esta intimáis más todavía. Os contáis la vida, habláis de vuestras inquietudes, de vuestros planes de futuro, de aficiones y de compartirlas. A estas alturas deberías haber introducido suficiente dosis de erotismo coma para poder avanzar tanto verbal como físicamente. Si no lo has hecho corres un serio peligro de convertir la relación en una amistad. En ese caso deberás hacer todo lo que no has hecho hasta ahora. Quizá resulte demasiado en poco tiempo y recibas un rechazo.
Si tu objetivo es seducirla vale cien veces más ese rechazo (recuerda que siempre es provisional) que convertirte en su «osit@ de peluche».
5. Tercera cita: Ya debería ser erótica al cien por cien, pero algunas personas van más lentas. En ese caso repite lo que hiciste en el puente temporal y en la segunda cita.
Apuntes para un varón:
En casi todos los países mundo los varones llevamos una gran parte del peso de la interacción. Lo siento pero te ha tocado. Eso tiene cosas buenas y cosas malas pero no vas a poder cambiarlo tú solo.
De ti va depender en gran medida que la interacción avance hacia algo íntimo y erótico o solamente hacia algo íntimo. Eres quien debe iniciar el contacto y quien debe dirigir la escalada.
El movimiento se demuestra andando y a ligar se aprende ligando.
Apuntes para una mujer:
Aunque se te ha asignado un papel pasivo en esta historia no estás condenada a seguirlo.
Sin llegar a dar una imagen de devoradora de hombres puedes hacer muchas cosas para facilitar el proceso. Puedes, por ejemplo, no poner obstáculos innecesarios. A estas alturas de la película tu autoestima no depende de si «se lo ha currado lo suficiente».
Recuerda que aquella red de relaciones que conspiraba a tu favor te permitía ser muy exigente con según quien. Tarde o temprano ibais a coincidir. Ahora esa red no está y muchos hombres tampoco están para juegos. Si un hombre te gusta dale facilidades, saldréis ganando los dos.
Nota: Muchas de las ideas expuestas en este post las he sacado de un magnífico libro titulado “Pequeño libro de la seducció” escrito por Luís Tejedor. Aquí tienes la reseña
Espero que esta información te sirva de ayuda.
Miniatura medieval que representa al trovador Pere de Monzó
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