Las friegas y masajes son parte de tratamientos más o menos tradicionales. El sanador imbuido por los dioses siempre ha tenido morbo, vamos a provecharlo.
Propuesta vainilla.
Proponle un remedio preventivo para la pandemia. Un ungüento milenario capaz de protegerla contra cualquier mal, incluido el bicho. Pídele que se desnude y se tumbe boca arriba. Abre el tarro (con lubricante perfumado con alguna esencia) y empieza a esparcirlo por su cuerpo. Primero por las zonas menos erógenas y poco a poco acercándote a las orgásmicas. Una vez allí masturba a la persona e interpreta los gemidos y convulsiones como una reacción curativa del cuerpo. “¿Ves cómo te estás curando?”. Al final quedará relajada dejando bien claro el poder sanador del ungüento.
Toque amargo.
Quítale la ropa a tirones. Si es necesario le desgarras o cortas algunas prendas. Le dices que está infectada y debe ser sanada. Para tal propósito la persona deberá colocarse de espaldas para ser flagelada hasta que su piel adquiera un color rojizo. Puedes usar una pala o una fusta, tu objetivo es conseguir una cierta irritación. Una vez conseguida busca un tarro con la mixtura mágica (en realidad alcohol con colorante de pastelería) y frota enérgicamente su piel. Le escocerá, si lo has hecho bien en la fase de azotes. En ese momento le dices que lo que pica cura y ordénale masturbarse mientras va notando dolor y placer a la vez.