Desear

Podemos definir deseo como un impulso hacía una determinada acción. Un impulso que es a la vez psicológico y físico. Notas la necesidad de esa acción en tu cuerpo. Y en función de si se va a cumplir ese deseo la sensación es positiva (satisfacción) o negativa (ansiedad).

Es imposible no tener deseos, siempre se desea. Incluso deseamos salir del estado de no saber que tenemos deseos. Si un deseo se cumple normalmente sentimos felicidad y si no se cumple frustración. A veces también sentimos frustración cuando se cumple, fruto de tener expectativas equivocadas o exageradas

Una persona es más madura en función de su capacidad de superar la frustración de no satisfacer sus deseos. Así los adolescentes están siempre en una montaña rusa de frustración o alegría desmesurada porque no tienen esa capacidad de control. Conforme nos hacemos mayores aprendemos a gestionar tanto la alegría como la frustración. O eso debería pasar

Puedes tener todo tipo de deseos. Ningún deseo es inmoral o ilegítimo. Sólo son sujetos de la moral los actos. Yo puedo desear la muerte de mi vecino aficionado a poner discos de Metallica a las 3 de la mañana, incluso puedo desear llevar a cabo yo mismo esa misión. Pero desearlo no me hace un asesino. Sólo si le pego un tiro entre ceja y ceja adqueriré esa condición.

Los deseos eróticos no son diferentes de los demás. Si se satisfacen producen satisfacción y si no se satisfacen frustración. Pero nuestra sociedad, empeñada en moldear la mente erótica de las personas, sí los considera distintos. Así puedes desear robar el Banco de España, incluso expresar con palabras ese deseo y nadie te va a llamar ladrón, mientras no lo intentes. Sin embargo si deseas chupar los pies de alguien eres raro y si lo deseas con mucha frecuencia tienes una parafilia.

Pues bien, debes entender una cosa: ningún deseo erótico es un problema. O, mejor dicho, no es un problema si no te lleva a cometer un acto injusto o ilegal. Que no es lo mismo. En algunos países tener relaciones con personas del mismo sexo es ilegal, pero no es injusto. No va contra ninguno de los derechos humanos. En España, satisfacer el deseo de matar a una mujer infiel era muy poco ilegal y muchas veces se resolvía con una multa. Pero eso era injusto.

También es problemático si te produce mucho malestar, fruto de la contradicción con tu sistema de valores. Cada un@ tiene su moral. Los deseos ponen en cuestión continuamente la fortaleza de los principios. Pero intentar o no satisfacerlos es siempre decisión tuya. Y hacerlo con espíritu crítico también.

Me refiero a la oportunidad de poner en cuestión los valores. Nada hubiera cambiado en la sociedad si quienes tenían un determinado deseo no hubieran cuestionado los principios que les ordenaban no saciarlo. Hubo un tiempo en el que tener deseos de libertad era considerado pecado y fueron quienes se enfrentaron racionalmente a esos valores quienes consiguieron cambiar la sociedad.

Contrariamente al romanticismo imperante seguir tus deseos no siempre es bueno, puede ser fatal para ti, traer consecuencias terribles.

En el campo del Erotismo las cosas van igual. Los deseos pueden ir a favor de tus valores o en contra. En el primer caso no ocurre nada, puedes satisfacerlos sin problemas (mientras tus valores no choquen contra los de la sociedad). Pero en el segundo se presentan las dudas y la ansiedad. Puedes ceder al deseo, eso nos ocurre a todos, pero debes saber que trae consecuencias, algunas sobre tu estado de ánimo. Porque después viene el arrepentimiento.

Si lo haces, al menos aprovecha la oportunidad para reflexionar sobre si ese arrepentimiento es positivo o negativo. O si simplemente no sirve para nada. La gente de mi generación vivimos el placer onanista como algo pecaminoso. Por esta razón, cuando sucumbíamos al deseo de masturbarnos aparecía el arrepentimiento y la vergüenza. No fue hasta mucho más tarde, en la edad adulta, que superamos ese sentimiento al desterrar para siempre los valores religiosos en los que habíamos sido educados.

Si el proceso hubiera sido inverso: Primero la crítica y después la satisfacción del deseo, nos hubiéramos ahorrado muchos malos ratos. Por eso, por ejemplo, cuando una pareja se quiere adentrar en el mundo liberal siempre le aconsejamos largas horas de reflexión previas. Porque los efectos secundarios de colmar ese deseo serán menores.

Por otro lado el deseo erótico depende mucho de tu estado de ánimo. Como no impulsa al individuo hacia la supervivencia inmediata es muy probable que sea disminuido e incluso eliminado de la mente, si existe la expectativa de peligro. Y digo expectativa porque no es necesario que el peligro sea real, basta con que lo percibas.

En las sociedades modernas esa sensación de peligro no acostumbra a ser agudo (me está persiguiendo un león y tengo que correr, de follar ni hablamos), es más difuso. Son muchos peligros de baja intensidad (me va a caer una bronca del jefe, me van a multar, me ha estado a punto de atropellar, etc.) que sumados producen el tan popular estrés. A las personas estresadas les disminuye el deseo. Es normal, están en estado permanente de alerta.

Pero también el deseo depende en mucha medida de tus prioridades. Si no lo cuidas decae. Y después es difícil recuperarlo. No pasa nada si estás sol@. Te pierdes uno de los mejores aspectos de la vida pero allá tú. El verdadero problema se plantea cuando formas pareja con otra persona.

En nuestra sociedad con un modelo de pareja exclusiva esto es un problema. A menudo dos personas con diferentes grados de deseo se ven obligadas a mantener relaciones entre ellas. Y a la larga, quien determina cuantos encuentros y de qué tipo siempre es la que tiene menor deseo erótico.

Esto no ocurriría si tuviéramos libertad para satisfacer los deseos eróticos legítimos fuera de la pareja. Así, una persona fogosa podría perfectamente vivir con una frígida sin problemas. Porque nunca vería a su pareja como una fuente constante de frustración.

La mayoría de manuales y terapeutas están muy lejos de proponer soluciones como esta. Sin embargo es una posibilidad como otra. Y según mi parecer más justa y divertida.

Por último me gustaría añadir los siguiente: Ningún deseo es políticamente incorrecto ni define tu identidad. Puedes ser un hombre religioso comprometido con tu voto de castidad y desear ser sodomizado por un negro de dos metros. Eso no te hace menos religioso. Ni tampoco te hace menos feminista desear experimentar la sumisión o incluso tener fantasías de violación donde tú eres la víctima.

La violación de tus normas éticas se da sólo en los actos, nunca en los pensamientos o deseos. La mente nunca, nunca, delinque.

Otra cosa es si es adecuado reprimir los deseos. Eso depende de tu moral. Yo sólo puedo hablarte de la mía: Puedes convertir en realidad tus deseos eróticos mientras lo hagas de forma consensuada y con personas capaces de consensuar. Quedan por lo tanto excluidos los menores, las personas sin capacidad (aunque sea de forma temporal) para discernir la realidad y los animales. Los animales no me molan, pero si me molaran tampoco me lo montaría con ellos porque no puedo consesuar nada.

A esto le puedes añadir prudencia y seguridad. No hacer nada capaz de dejar marcas para siempre ni que ponga en peligro la vida o la salud de las otras personas. Y la mía.

Deberes

Haz una lista de tus deseos eróticos y valora cuales quisieras cumplir antes. Valora también si van contra tu moral y piensa si tus valores son tan importantes como para reprimir o, simplemente dejar de cumplirlos.

Eso sí, sólo puedo aconsejarte una cosa: No intentes satisfacerlos hasta estar convencid@ de que son lícitos para ti. Y aún así intenta calcular las consecuencias para la sociedad y si vale la pena pagar ese precio.

Por último valora si es legal o ilegal convertir ese deseo en realidad. Y las consecuencias que puede tener para tu vida.

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