Rozar es mantener un contacto superficial continuo entre dos puntos de la piel de la persona. Este contacto puede tener infinitas trayectorias y sentidos, pero siempre es superficial.
El roce utilizado de forma adecuada es muy estimulante. Es una técnica muy indicada al principio del contacto. En ese momento el cuerpo no está preparado para presiones más intensas. Más adelante, conforme aumenta la excitación, aumenta la tolerancia al contacto y sobre todo a la presión.
Pero cuidado porque un roce en determinadas zonas de la piel puede provocar carne de gallina e incluso escalofrío. Esto podría romper el encanto.
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